Imre Kertész. Sin Destino.

febrero 11, 2008

Acantilado, 2001. 264 páginas.
Tit. Or. Roman eines Schicksallosen(Sorstalanság). Trad. Judith Xantus.

Imre Kertész, Sin Destino
En el infierno

Internet, que gran invento. Antes alguien como yo totalmente desconectado del mundillo literario elegía sus lecturas al azar. Ahora buenas amistades como Magda te descubren a autores más que buenos: imprescindibles. Gracias Magda por descubrirme a Imre Kertész.

En Sin destino vemos como cambia la vida de un adolescente húngaro al que de repente transportan primero al campo de concentración de Auschwitz y después a Buchenwald. En primera persona narra sus experiencias y su progresiva degradación física fruto de unas condiciones infrahumanas.

No se imaginen un drama; el estilo es frío, desapasionado; como bien dicen en la contracubierta, con la fría objetividad del entomólogo. Tiene la falsa sencillez de un monólogo adolescente. Por eso todavía impacta más. Lees y piensas Gracias por no haber tenido que sufrir todo esto. Cuando por fin lo liberan no es un final feliz, la experiencia ya lo ha cambiado para siempre. Al llegar a la ciudad todo el mundo le parece un niñato. Como lectores, también nos sentimos así.

El protagonista es casi un niño y cuando llega a Auschwitz ni siquiera sabe donde está. Bromea y se burla de los presos del campo. Algunos les preguntan a él y sus amigos su edad y les contestan que tienen catorce o quince años, según. Los presos intentan convencerles de que digan dieciséis y ellos, casi riendo, al final les prometen que así lo dirán. Cuando pasan la entrevista los dividen en dos grupos: aptos y no aptos. Los menores de dieciséis van al grupo de no aptos y el grupo de los no aptos va directo a las cámaras de gas.

Hay libros que te transforman. Éste es uno de ellos. Vuelvo a remitirme a la sobrecubierta:

Sin Destino es, por encima de todo, gran literatura, y una de las mejores novelas del siglo XX, capaz de dejar una huella profunda e imperecedera en el lector

Así es.

P.D. Es posible que hagan una adaptación al cine: Sin destino

Pueden descargar el libro en el siguiente enlace (necesitarán el emule):

Kertesz, Imre – Sin destino.pdf

Algunas reseñas de Magda:

Sin destino
Un relato policíaco
Liquidación

Escuchando: Rock And Roll Boogie Beat. Sammy Marshall & The Party Crashers


Extracto:[-]

No vi nada. El alba era fresca y perfumada, los extensos campos estaban cubiertos por una niebla gris. De repente percibí por detrás de mí, de una manera inesperada pero aguda y bien definida, como si sonara una trompeta, un fino rayo rojo; comprendí que era el sol que se levantaba. Aquél me pareció un momento magnífico: en casa a estas horas todavía estaría durmiendo. También vi, a mi izquierda, un edificio que anunciaba una estación, pequeña o grande, todavía no podía saberlo, pero una estación ferroviaria. Resultó ser un edificio minúsculo, gris y totalmente desierto, con pequeñas ventanas que estaban cerradas, y aquel techo ridiculamente escarpado que había visto el día anterior por aquellos parajes. En la niebla matinal, el edificio iba cobrando una forma cada vez más definida delante de mis ojos, su color se iba transformando de gris a violeta, y las ventanas se iluminaron de repente con los primeros rayos de la luz roja del sol. Otros también vieron el edificio, y yo se lo conté a los que estaban alrededor. Me preguntaron si veía el nombre de alguna localidad. Y sí, lo vi: eran dos palabras que a la luz del sol se distinguían perfectamente; el cartel colgaba del lado más estrecho del edificio, debajo del techo, justo enfrente de nuestro vagón: «Auschwitz-Birkenau», eso leí, estaba escrito con las típicas letras alemanas, altas y onduladas. Traté en vano de acordarme de mis estudios de geografía, los demás tampoco tenían idea de dónde estábamos. Me senté, pues tenía que ceder el esto a otro y; como todavía era temprano y tenía sueño, pronto me volví a dormir.

Más tarde, me despertaron los movimientos y el alboroto de los demás. Fuera, el sol brillaba ya con toda su fuerza y el tren avanzaba. Les pregunté a los muchachos dónde estábamos y me respondieron que en el mismo sitio, que el tren se acababa de poner en marcha: me habría despertado por eso. Delante de nosotros se veían fábricas, junto a otros edificios. Un minuto después, los que estaban al lado de las ventanas nos comunicaron que estábamos pasando por debajo de un arco o portón, lo cual era evidente por el cambio de luz. Al cabo de otro minuto, el tren se detuvo, y entonces nos dijeron, muy excitados, que ahora podía verse una estación con soldados y con más gente. Muchos empezaron a recoger inmediatamente sus cosas, a abrocharse las camisas; las mujeres a peinarse, asearse como podían, ponerse guapas. Desde fuera, se oían golpes, puertas que se abrían, ruidos de la gente que bajaba de los vagones; tuve que reconocerlo porque no había la menor duda: habíamos llegado a nuestro destino. Estaba contento, por supuesto que sí, pero sentía que mi alegría habría sido distinta si hubiéramos llegado la víspera o el día anterior. Luego, se oyó un golpe seco de algún instrumento que se accionaba en la puerta de nuestro vagón y alguien o más bien algunos descorrieron la enorme y pesada puerta. Primero oí unas voces, en alemán u otro idioma similar; parecía que todos hablaran a la vez. Por lo que entendí querían que bajáramos. Sin embargo, eran ellos los que subían o eso me parecía, porque no había forma de ver nada. Se corrió la voz de que teníamos que dejar todas nuestras pertenencias. Más tarde, como nos explicaron, nos las devolverían, pero desinfectadas y sólo después de la ducha que nos esperaba. «Ya era hora», pensé.

Entonces, en medio de aquella masa humana, vi por primera vez a los hombres que se encontraban allí. Me sorprendió mucho, puesto que era la primera vez en mi vida que veía yo, por lo menos desde tan cerca, unos presos de verdad, con el típico uniforme a rayas de los delincuentes, el gorrito redondo y la cabeza afeitada. Mi primera reacción natural fue retroceder. Algunos de ellos respondían a las preguntas de la gente, otros examinaban el vagón y empezaban a desalojar el equipaje con la experiencia de mozos de carga profesionales y con una rapidez extraña, típica de los zorros. Todos ellos llevaban en el pecho, al lado del número típico de los presos, un triángulo amarillo; aunque no tuve dificultades para descifrar el significado de aquel color, de repente tomé conciencia de que durante el viaje casi me había olvidado de ese asunto. Sus caras tampoco inspiraban mucha confianza: orejas separadas, narices aguileñas, ojos pequeños, hundidos y picaros. Según todos los indicios, parecían judíos. A mí todos me parecieron sospechosos o, cuanto menos, extraños. Cuando nos vieron a nosotros, a los muchachos, su excitación fue evidente. Empezaron a susurrar frases rápidas, y entonces descubrí que los judíos no sólo teníamos el idioma hebreo, como yo había creído: «Reds dijiddish, reds dijiddish?» [¿Hablas yiddish?], preguntaban. Por nuestra parte sólo respondimos: «Nein» [No], lo que no les puso muy contentos. Entonces, lo comprendí fácilmente en alemán, querían saber cuántos años teníamos. Les dijimos: «Vierzehn, fünfzehn» [Catorce, quince], según el caso. Protestaron enseguida, gesticulando con manos y cabezas, moviendo todo el cuerpo: «Sechzain» [Dieciséis], nos susurraron por todas partes, «Sechzain». Eso me sorprendió y les pregunté: «Warum?» [¿Por qué?]. «Willst di arbeiten?» [¿Quieres trabajar?], preguntó uno de ellos, clavando su mirada vacía y cansada en la mía. Le respondí: «Natürlich» [Naturalmente], para eso estaba allí. Después él me agarró del brazo con sus manos amarillentas, huesudas y duras, y me sacudió diciéndo-me: «Sechzain… Verstaist di?… Sechzain!…» [Dieciséis… ¿Lo entiendes?… Dieciséis…]. Al ver que estaba enojado y que le daba tanta importancia a la cuestión, nos pusimos de acuerdo entre los muchachos, y entre bromas le prometí: «Bueno, pues tengo dieciséis años.» Y que no hubiera entre nosotros—dijeran lo que dijeran, no tendría nada que ver con la realidad—hermanos, y menos—qué raro— gemelos o mellizos, y sobre todo: «Jeder arbeiten, nit ka mide, nit ka krenk» [Todos trabajan. No hay que cansarse, no hay que enfermarse].

14 comentarios

  • Magda febrero 11, 2008en5:22 pm

    Sabía que a un lector tan excelente como tu, le iba a gustar este gran escritor. Imprescindible, ciertamente.

    Tengo fija aquella escena de cuando György se siente feliz por tener una cama, un poco de comida, sábanas limpias, el sentirse un poquito «libre» de tanto sufrimiento que lo deja a un paso de la muerte. Sólo tiene 15 años y llega a la enfermerí­a, además de con la infección, con piojos, la experiencia demoledora y el espí­ritu hecho pedazos.

    Bin dices, Palimp, hay libros que te transforman…

  • IHB febrero 11, 2008en9:22 pm

    Imprescindible como dice Magda, una obra de arte. Hace poco acabé «Esperando a los bárbaros» de Coetzee, también te «cambiará» si no lo has leído, estas obras son universales y tienen la virtud de llegar a lo más profundo, salut, I.

  • elena febrero 12, 2008en8:16 am

    Descubrí a este autor con otra obra, Liquidación, que tengo reseñada en mi blog. Me fascinó su forma de escribir. Después he leído algunas entrevistas y me parece una persona más que admirable, por el amor que sigue demostrando a la vida a pesar de lo terrible de la suya propia. Este no lo he leído, pero sé que es su obra más conocida y por tanto la leeré en cuanto pueda.

    Un abrazo

  • Palimp febrero 12, 2008en9:05 pm

    Gracias de nuevo Magda por descubrirme tantos autores buenos, y a éste en especial.

    Iván, lo leeré aunque me decepcionó ‘La edad de hierro’

    Elena, con tu permiso copio aquí un enlace a tu reseña:

    Liquidación

    Hay gente vital pese a los golpes del destino.

  • C. Martín abril 18, 2008en8:53 pm

    Estoy leyéndolo en estos momentos y es ciertamente sobrecogedor, se te va haciendo el alma más pequeña cada vez que se avanza… Me ha impactado eso que dice que «todo lo nuevo hay que empezarlo con buena voluntad, incluso en un campo de concentración»…, uf.

  • Palimp abril 21, 2008en12:56 pm

    Es que realmente estremece. Por eso, después de leer este libro, El niño del pijama de rayas parece descafeinado.

  • Mer septiembre 8, 2008en12:35 am

    Suelo leer tus comentarios y, de manera sorprendente, suelo coincidir totalmente contigo -excepto con Capek, pero eso es otra historia-, me encantó este libro y el autor, nunca podré olvidar la vuelta del chico a la ciudad, la desubicación que siente e, incluso, la nostalgia del campo de concentración… es de una complejidad que asusta. Lástima que no sea tan conocido como otros, en fin.

  • Palimp septiembre 10, 2008en12:59 pm

    A mí también me sorprende que coincidas totalmente conmigo… que esto de los gustos es muy personal. Pero me alegra.

    Es una lástima que se vendan miles de ejemplares del niño de pijama de rayas y obras como ésta sean casi desconocidas por el público en general.

  • ana cristina diciembre 3, 2008en8:53 pm

    akabo de ver la pelicula i me fazinooo… kisiera leer el libro pero no lo encuentro en ninguna libreeria… lo podria bajar de aki?
    bueno mira mi email es anita_csa93@hotmail.com

    te agradeceria mucho si pudieses enviarmelo….

    es todo gracias!

  • Palimp diciembre 8, 2008en7:23 pm

    He puesto un enlace de descarga.

  • Pamela febrero 22, 2009en8:34 pm

    Hola!!
    Muchas gracias por aportes como estos, pero el firefox me dice q no puede reconocer el link!!
    hey podrias actualizarlo o modificarlo, para asi tener acceso al libro!!
    GRACIAS!!

  • yuri junio 9, 2010en6:52 pm

    Una amiga a quien estimo mucho, me recomendo este libro,la verdad yo acepte leerlo no por el libro sino porque ella me lo recomendo.Esto quiza lo vean mal,pero mientras leisa el libro,me entere que mi amiga regreso con su ex,obviamente si el libro era malo lo dejaba de leer,pero fue lo contrario,me interese mas por leerlo debido a que cada hoja refleja lo que el autor a vivido,es como si en vez de ver letras y parrafos en cada hoja,veia lindos cuadros de artes ya que te decribian todo con mucho detalle,nunca antes habia leido un libro en tan pocas hora,es q si era muy bueno ,extraordinario,de verdad al terminar de leerlo aprendes a valorar todo ,hasta lo q para mi,hasta ahora era insignificante,es que eso ultimo es relativo a la situacion,y desde ahora ya no debo verlo asi…muy feliz de haber leido esta gran obra.Gracias YAHAIRA,mi amiga…

  • aldo noviembre 17, 2011en7:04 am

    el link para descargar el libro sin destino no me funciona, me aparece q firefox no sabe como abrirlo porque no tinene ningun enlace. si saben donde esta disponible la descarga porfavor mandenmela a mi correo

  • Palimp noviembre 18, 2011en11:45 am

    Tienes que tener instalado el programa Emule.

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